El plan es verte desnuda
- Alejandro Orozco
- 28 dic 2020
- 2 Min. de lectura
El plan es verte desnuda.
Eso de ir al cine y luego una cena, la verdad es que es opcional. Lo tengo como plan B, por si no quieres que te vea como te imagino esas veces que no estás conmigo. Por si se rompe la tubería del baño o hay una fuga de gas. Entonces sí nos vamos al teatro o a visitar a tus papás. Pero el plan siempre es verte desnuda, sin morbo. Quitarte la ropa, despacio. Esparcirla sobre la sala, los zapatos primero; luego la falda, la blusa. Sentir la tela rozándote los hombros y los muslos. Finalmente la ropa interior. Hacerte creer que te creeré cuando me digas que nunca esperaste que pasara, que jamás imaginaste que pasaría cuando lo único que he querido es siempre verte desnuda. Verte caminar, adueñándote del espacio. Tus piernas rubias, tu cabello hasta la espalda, tu cabello del color de la madera y del maple. Tu cintura. Los huesos de tu pelvis. Tu ombligo. Esos ojos color limón que se intimidan cuando presienten cuál es el plan. Mirar tus senos enrojeciéndose en mis manos y en mi boca. Y ahora sí, con una explosión perversa, besarte el cuello, y el cuello, y otra vez el cuello, el que escondes cuando te sueltas el cabello. Inundarme de tus olores secretos Asfixiarme en ellos como si fuera la única salida Besarte como si en ello se me fuera la vida Arrinconarte, atraparte, provocarte el sudor. Arrojarte sobre la duela, escucharte asentir gimiendo no. El plan incluye elevar tus piernas, coser mis labios a tu piel, sentir los surcos sangrando en mi espalda cuando tus uñas la desgarren. Ser un péndulo encima de ti, ser un intruso dentro de ti, que tú seas Troya y yo Babel. Los truenos serán los del mundo cayéndose a pedazos mientras tú y yo caemos rendidos y agotados. Que la culpa nos encuentre tendidos, y la vida, sublimados. Ver cómo te levantas, y te vistes mientras consultas el reloj. Preguntarás en qué estoy pensando. Yo encogeré los hombros pues no sabré cómo explicarte que desde que llegaste todos mis pensamientos giran en torno a ti. Terminar de ver cómo te vistes, cómo te anudas el cabello, cómo te calzas los zapatos, cómo revisas en el espejo que tu cara no delate la evidente ausencia de inocencia. Ver cómo te detienes en la puerta, dudando. Tu sonrisa endemoniada enmarcando lo que tus labios preguntarán. Abrirás la puerta y de pronto las palabras juguetonas: Amor mío, ¿cuál es el plan?
Domingo, 24 de agosto de 2014
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